A pesar de la avanzada tecnología que envuelve a las últimas generaciones de dispositivos móviles, la batería se ha convertido en un hándicap entre sus usuarios, ya que con frecuencia ocasiona situaciones embarazosas cuando se acerca su agotamiento y no parece fácil proceder a su recarga por no tener el cargador a mano o la simple ausencia de enchufes en el entorno.
Mientras los fabricantes apuran futuras soluciones para diseñar baterías capaces de generar electricidad durante períodos prolongados, como fórmula de emergencia disponemos del recurso a la batería externa para móvil, también conocida como power bank. Se trata de un mecanismo de dimensiones y peso normalmente reducidos, dotado de un conector micro USB para su carga y otro USB para aplicarlo como batería externa al smartphone o tablet. Una powerbank puede cargarse de manera análoga al manejo del cargador con el móvil. La entrada micro USB puede conectarse al mismo cable de móvil y a su vez a una toma de corriente, admitiendo la opción de cargarla con otra batería externa. La duración del tiempo que requiere para su carga está en función de varias cuestiones:
- El número de miliamperios-hora de capacidad, del cual es directamente proporcional.
- La fuente de alimentación, que puede ser una red eléctrica convencional de 220 voltios, un puerto USB u otra batería.
- Factores varios como temperatura ambiente, nivel de carga de partida, soporte o antigüedad de la batería.
Detalles que definen una batería externa
El principal aspecto que debe polarizar nuestra atención a la hora de comprar una batería externa para el móvil es su capacidad, reflejada en miliamperios-hora (mAh) y con un amplio abanico según modelos. Dado que esta característica suele ser inversamente proporcional a la portabilidad, la decisión conlleva en ocasiones un cierto conflicto, obligando a priorizar una u otra faceta.
Una batería externa de gran capacidad permite a su propietario cierto desahogo en cuanto a su manejo por la superior autonomía de carga que le otorga, arrastrando por el contrario el inconveniente de su incomodidad. Quizá cuando su uso vaya a estar asociado a frecuentes viajes deba prevalecer la ventaja de poder tener más horas encendido el dispositivo, por lo que convendrá una batería externa algo más voluminosa. En cambio, para los casos en los que no haya dificultades para la recarga, un modelo de escaso tamaño se acoplará mejor a las necesidades del usuario.
El espectro de tamaños arranca, de menor a mayor, con las más portátiles, transportables de forma análoga a un pendrive, por ejemplo colgadas de un llavero. De ahí, pasando por estratos intermedios, llegaríamos hasta aquellos modelos aptos para ser trasladados en mochilas o bolsos, pudiendo incluso optarse por mayores formatos, con prestaciones superiores, que requieran una maleta de viaje.
Aunque lo más común es utilizarlas con smartphones, estos aparatos pueden abastecer a cualquier dispositivo que admita carga a través de puerto USB, como tablets, e-book readers, cámaras de fotos e incluso ordenadores portátiles. Obviamente, las de mayor uso son las baterías externas para smartphone, más pequeñas y baratas, cuyo coste oscila entre unos diez euros y unas pocas decenas. A grandes rasgos, pueden ejecutar desde una fracción de la carga total del dispositivo hasta varias.
Quizá la mejor opción sea adquirir una batería cuya capacidad supere ligeramente la del dispositivo móvil al que vaya destinada, de manera que permita llevar a cabo cargas completas para utilizarlo el doble de tiempo, hasta tener la posibilidad de enchufarla a la luz. Según el modelo del terminal, lo deseable es contar con suficiente capacidad para cubrir un par de ciclos de carga. La inmensa mayoría de baterías de los móviles se mueven entre 1800 y 4000 mAh (tratándose de tablets nos iríamos hasta unos 9000), debiendo descartarse las que ni siquiera alcancen esas cifras.
Si el propósito es utilizar la batería externa con el objetivo de duplicar la duración de la batería del dispositivo, por fuerza ha de descartarse toda aquella cuya capacidad sea inferior de 2000 mAh. Según esos parámetros, un ejemplar con 3000 mAh permitiría prolongar la carga cerca de 2 veces, con la posibilidad de triplicar la duración de la carga, por ejemplo, de un iPhone 5. En el caso de que vaya a ser aplicada a una tablet, cualquier batería externa menor de 4000 mAh debe descartarse.
Un aspecto importante: la eficiencia energética
Si bien algunos fabricantes han llegado a superar el 90 %, las baterías externas suelen tener un circuito interno cuya eficiencia energética ronda el 85 %, puesto que no puede llegar al 100 % por el calor disipado a través del cable USB y por existir un cierto consumo de energía que estará en función del diseño, los componentes utilizados y la calidad de las baterías de litio.
¿Merece realmente la pena comprar una powerbank?
Podemos dar algunas razones de peso a favor de una respuesta afirmativa al respecto:
- El mejor teléfono móvil del mercado carece de toda utilidad en el momento en que se queda sin batería.
- Son frecuentes y, sobre todo, inesperadas las situaciones en las que surge un uso intensivo del smartphone que agota la batería antes del tiempo previsto.
- Llevar una batería externa da una gran seguridad en cualquier desplazamiento largo.
- En la mayoría de los casos, se trata de un aparato cómodamente transportable entre la ropa o el coche para que haga su función cuando se le necesite.
En cuanto al uso que se prevé darle a una powerbank, un modelo sencillo puede ser suficiente si simplemente se pretende hacer recargas de smartphones. Para quien apunte a horizontes más elevados, existen dispositivos que ofrecen prestaciones adicionales, tales como función de disco duro, lector de tarjetas o punto de conexión inalámbrica. No cabe duda de que ello exige volúmenes considerablemente mayores que los característicos de baterías de uso más convencional.
Para quienes gestionen frecuentemente dos o más móviles o pretendan resolver la carga simultánea de smartphone y tablet, existen baterías dotadas de más de un conector USB, pero debe tenerse presente que en estos casos se reparte la carga entre ambos dispositivos si se cargan a la vez, lo que ralentiza el proceso y deja como incógnita si realmente es rentable esa conexión extra, dado que tal característica eleva el precio.
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Imágenes: Mila Supinskaya, Kalabi Yau, Panitan Kanchanwong, baloon111
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